El poder y alcance del mantra depende de la actitud del que lo repite. Así lo evidencia la siguiente historia.
Un eremita
vivía a la orilla del río. Era alimentado por una lechera que todos los días
le regalaba leche para su manutención. El eremita había concedido una mantra a
la buena mujer y le había dicho:
--Repitiendo
este poderoso mantra puedes ir a través del océano de la existencia.
Pasó el
tiempo. Cierto día en que la lechera iba a cruzar el río para llevar la leche
al eremita, llovió torrencialmente y las aguas del río se desbordaron. No había
manera de pasar el río en barca. La mujer recordó lo que había dicho el
eremita: “Repitiendo este poderoso mantra puedes ir a través del océano de
la existencia”. Y se dijo a sí misma: “Y esto sólo es un río”. Repitió
interiormente el mantra con mucho amor y motivación y comenzó a caminar sobre
el agua hasta llegar donde estaba el eremita. Al verla, éste, muy extrañado,
preguntó:
--¿Cómo
has podido llegar hasta aquí si el río se ha desbordado?
La mujer
repuso:
--Como me
dijiste que con el mantra que me entregaste podía atravesar el océano de la
existencia, pensé que sería mucho más fácil cruzar el río.
Recité el mantra y lo pasé caminando sobre las aguas.
Al escuchar esta explicación, el eremita se llenó de vanidad y pensó: “!Qué grado de evolución debo tener cuando la lechera ha podido hacer esta proeza con mi mantra!”
Días después, el eremita tenía que ir a la ciudad. Las lluvias monzónicas no habían cesado y el río continuaba desbordado. El eremita pensó que no había ningún problema. Si el mantra había funcionado con la lechera, ¿cómo no iba a funcionar con él?
Empezó a repetir el mantra y se lanzó a las aguas del río.
Automáticamente se hundió hasta el fondo y pereció.

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