
Los
que
pretenden
ser
felices—los
playboys
y
playgirls
que
encontrarás
en
los
clubs,
en
los
hoteles,
en
los
teatros—siempre
están
sonriendo
y
burbujean
felicidad.
Los
encontrarás
insípidos,
superficiales.
No
tienen
ninguna
profundidad.
La
felicidad
es
como
las
olas,
solamente
superficial;
vives
una
vida
trivial.
Pero
la
tristeza
tiene
algo
de
profundo.
Cuando
estás
triste
no
es
como
las
olas
en
la
superficie,
es
como
la
profundidad
misma
del
Océano
Pacífico;
millas
y
millas.
Sumérgete
en
su
profundidad,
obsérvala.
La
felicidad
es
ruidosa;
la
tristeza
tiene
un
cierto
silencio.
La
felicidad
puede
ser
como
el
día,
la
tristeza
es
como
la
noche.
La
felicidad
puede
ser
como
la
luz,
la
tristeza
es
como
la
oscuridad.
La
luz
va
y
viene;
la
oscuridad
permanece,
es
eterna.
La
luz
se
presenta
a
veces;
la
oscuridad
está
siempre
ahí.
Si
penetras
en
la
tristeza
sentirás
todas
estas
cosas.
De
pronto
te
darás
cuenta
que
la
tristeza
está
ahí
como
un
objeto,
tú
la
estás
observando,
eres
testigo
de
ella,
y
repentinamente
empiezas
a
sentirte
feliz.
¡
Qué
bella
es
la
tristeza!
Una
flor
de
la
oscuridad,
una
flor
de
eterna
profundidad.
Como
un
abismo
sin
fondo,
tan
silenciosa,
tan
musical;
no
hay
ruido
en
absoluto,
ninguna
perturbación.
Uno
puede
ir
cayendo
en
ella
incesantemente
y
uno
puede
salir
de
ella
absolutamente
rejuvenecido.
Es
un
descanso.
Depende
de
la
actitud.
Cuando
te
entristeces
piensas
que
te
ha
sucedido
algo
malo.
El
que
algo
malo
te
ha
ocurrido
es
sólo
una
interpretación
y
entonces
tratas
de
escapar.
Nunca
meditas
sobre
ello.
Luego
quieres
ir
a
ver
a
alguien;
a
una
fiesta,
al
club,
o
enciendes
la
televisión
o
la
radio,
o
empiezas
a
leer
el
periódico;
haces
algo
para
poder
olvidar.
Esta—
que
la
tristeza
es
algo
malo—es
una
actitud
errónea
que
te
ha
sido
transmitida:
No
hay
nada
malo
en
ella.
Es
otro
polo
de
la
vida.
La
felicidad
es
un
polo,
la
tristeza
es
el
otro.
La
dicha
suprema
es
un
polo,
la
infelicidad
es
el
otro.
La
vida
es
ambos.
Una
vida
de
pura
dicha
tendrá
extensión,
pero
no
tendrá
profundidad.
Una
vida
de
pura
tristeza
tendrá
profundidad,
pero
no
tendrá
extensión.
Una
vida
de
ambas,
tristeza
y
felicidad,
es
multidimensional;
se
mueve
en
todas
las
direcciones
conjuntamente.
Fíjate
en
la
estatua
de
Buda
o,
a
veces,
mira
mis
ojos
y
encontrarás
ambas;
encontrarás
una
felicidad
que
contiene
también
tristeza,
una
paz
y
también
una
tristeza.
Porque
esa
tristeza
le
da
profundidad.
Observa
la
estatua
de
Buda:
dichoso,
sin
embargo
triste.
La
propia
palabra
"triste"
te
da
connotaciones
equivocadas
de
que
algo
está
mal.
Esa
es
tú
interpretación.
Para
mí,
la
vida
es
buena
en
su
totalidad
.
Y
cuando
entiendes
la
vida
en
su
totalidad,
sólo
entonces
puedes
celebrarla;
de
otro
modo
no.
Celebración
significa:
cualquier
cosa
que
suceda
no
importa,
la
celebraré.
La
celebración
no
está
condicionada
a
ciertas
cosas:
"Cuando
sea
feliz
lo
celebraré"
o
"Cuando
esté
triste
no
lo
celebraré".
La
celebración
es
incondicional;
celebro
la
vida.
Si
trae
infelicidad,
bien,
lo
celebro.
Si
trae
felicidad,
bien,
lo
celebro.
La
celebración
es
mi
actitud,
independientemente
de
lo
que
la
vida
traiga.
Pero
cada
vez
que
utilizo
las
palabras,
surge
un
problema.
Esas
palabras
tienen
connotaciones
en
tu
mente.
Cuando
digo
"celebra",
tú
piensas
que
uno
tiene
que
estar
feliz.
¿Cómo
puede
uno
celebrar
cuando
está
triste?
No
estoy
diciendo
que
uno
tenga
que
estar
feliz
para
celebrar.
La
celebración
es
gratitud
por
cualquier
cosa
que
la
vida
te
dé,
cualquier
cosa
que
Dios
te
dé.
Celebración
es
una
gratitud,
es
estar
lleno
de
agradecimiento.
Os
lo
he
contado
y
os
lo
contaré
otra
vez...
Un
místico
sufí,
muy
pobre,
marginado,
hambriento
y
cansado
de
viajar
llegó
a
un
pueblo
por
la
noche
y
nadie
le
aceptó.
Era
un
pueblo
de
gente
muy
ortodoxa
y
cuando
hay
musulmanes
ortodoxos
es
muy
difícil
persuadirles.
Ni
siquiera
querían
alojarlo
en
el
pueblo.
La
noche
era
fría
y
estaba
hambriento,
agotado,
temblando,
sin
suficiente
ropa.
Estaba
sentado
en
las
afueras
del
pueblo,
bajo
un
árbol.
Sus
discípulos
estaban
sentados
allí
muy
deprimidos,
muy
tristes
e
incluso
enojados.
Y
entonces
empezó
a
rezar
diciendo
a
Dios:
"¡Eres
maravilloso!
Siempre
me
das
todo
lo
que
necesito".
Esto
fue
demasiado.
Un
discípulo
le
dijo:
"Espera,
ahora
estás
yendo
demasiado
lejos,
especialmente
esta
noche.
Estas
palabras
son
falsas.
Estamos
hambrientos,
cansados,
sin
abrigo
y
nos
espera
una
fría
noche.
Hay
animales
salvajes
por
todos
lados,
hemos
sido
rechazados
por
la
gente
del
pueblo,
estamos
sin
refugio.
¿Por
qué
le
estás
dando
gracias
a
Dios?
¿Qué
quieres
decir
cuando
dices:
"Siempre
me
has
dado
lo
que
necesito"?
El
místico
dijo:
"Sí,
y
lo
repito
otra
vez:
Dios
me
da
todo
lo
que
necesito.
Esta
noche
necesito
pobreza,
esta
noche
necesito
ser
rechazado,
esta
noche
necesito
tener
hambre,
estar
en
peligro.
De
otra
manera
¿por
qué
me
estaría
dando?
Debe
de
ser
que
lo
necesito.
Es
lo
que
necesito
y
tengo
que
estar
agradecido.
¡El
cuida
tan
bien
de
mis
necesidades!
¡Es
realmente
maravilloso!"
Esta
es
una
actitud
que
no
depende
de
la
situación.
La
situación
no
es
importante.
Celebra,
ante
cualquier
suceso.
Si
estás
triste,
celebra
por
estar
triste.
Haz
la
prueba.
Haz
solamente
la
prueba
y
te
sorprenderás;
sucede.
¿Estás
triste?
Empieza
a
bailar,
porque
la
tristeza
es
muy
bella,
¡Silenciosa
flor
del
ser!
Baila,
disfruta,
y
de
pronto
sentirás
que
la
tristeza
está
desapareciendo;
se
crea
una
distancia.
Poco
a
poco
olvidarás
la
tristeza
y
estarás
celebrando.
Habrás
transformado
tu
energía.
Esto
es
alquimia:
transformar
los
metales
comunes
en
el
oro
más
puro.
La
tristeza,
la
ira,
los
celos;
metales
bajos
que
pueden
ser
transformados
en
oro
porque
están
constituidos
por
los
mismos
elementos
que
el
oro.
No
hay
diferencia
entre
el
oro
y
el
hierro,
porque
tienen
los
mismos
elementos,
los
mismos
electrones.
¿Has
pensado
alguna
vez
que
un
trozo
de
carbón
y
el
más
preciado
de
los
brillantes
del
mundo
son
la
misma
cosa?
No
hay
ninguna
diferencia.
En
efecto,
el
carbón
comprimido
por
la
tierra
durante
millones
de
años
se
convierte
en
diamante.
Sólo
una
diferencia
de
presión,
pero
ambos
son
carbón,
ambos
están
constituidos
por
los
mismos
elementos.
Lo
más
bajo
puede
ser
transformado
en
lo
más
alto.
A
lo
bajo
no
le
falta
nada.
Sólo
se
necesita
una
redistribución,
una
recomposición.
La
alquimia
no
es
más
que
esto.
Cuando
estés
triste,
celebra
y
le
estarás
dando
una
nueva
composición
a
la
tristeza.
Le
estás
aportando
algo
que
la
transformará.
Le
estás
aportando
celebración.
¿Está
enojado?
Entrégate
a
una
hermosa
danza.
Al
principio
el
baile
será
agresivo,
violento.
Poco
a
poco,
se
hará
más
suave
y
más
suave
y
más
suave;
entonces
de
pronto,
te
habrás
olvidado
del
enojo.
La
energía
habrá
cambiado,
se
habrá
convertido
en
danza.
Pero
cuando
estás
enojado,
no
eres
capaz
de
pensar
en
bailar.
Cuando
estás
triste
no
eres
capaz
de
pensar
en
cantar.
¿Por
qué
no
hacer
de
tu
tristeza
una
canción?
Canta,
toca
tu
flauta.
Al
principio
las
notas
serán
tristes,
pero
no
hay
nada
malo
en
una
nota
triste.
¿Has
oído?
A
veces,
en
la
tarde,
cuando
todo
está
caliente,
todo
quema,
cuando
todo
es
fuego
a
tu
alrededor,
de
pronto,
desde
un
huerto
de
mangos,
puedes
oír
un
pajarito
que
empieza
a
cantar.
Al
principio
la
nota
es
triste.
Está
llamando
a
su
amada,
a
su
amor,
en
una
tarde
muy
calurosa.
Todo
es
fuego
alrededor,
está
ansioso
de
amor.
Una
nota
muy
triste,
pero
bella.
Poco
a
poco,
la
nota
triste
se
convierte
en
una
nota
alegre.
La
amante
empieza
a
responderle
desde
otro
bosquecillo.
Ahora
ya
no
es
una
tarde
calurosa;
todo
se
refresca
en
el
corazón.
Ahora
la
nota
es
diferente.
Cuando
la
amante
responde,
todo
ha
cambiado.
Es
un
cambio
alquímico.
¿Estás
triste?
Empieza
a
cantar,
a
rezar,
a
bailar.
Lo
que
puedas
hacer,
hazlo,
y
poco
a
poco,
el
metal
más
bajo
se
transformará
en
el
más
alto,
en
oro.
Una
vez
que
conozcas
la
llave,
tu
vida
no
volverá
a
ser
nunca
la
misma.
Podrás
abrir
cualquier
puerta.
Y
ésta
es
la
llave
maestra:
celebrarlo
todo.
He
oído
la
historia
de
tres
místicos
chinos.
Nadie
conoce
sus
nombres.
Se
les
conocía
solamente
como
"Los
Tres
Santos
que
ríen"
,
porque
nunca
hicieron
otra
cosa,
simplemente
se
reían...
Iban
de
un
pueblo
a
otro,
riéndose.
Se
paraban
en
la
plaza
donde
estaba
el
mercado
y
se
reían
a
carcajadas:
Todo
el
pueblo
les
rodeaba.
La
gente
acudía
a
verlos,
cerraban
las
tiendas
y
los
clientes
se
olvidaban
de
para
qué
habían
venido.
Estos
tres
hombres
eran
realmente
hermosos,
riendo
y
con
sus
vientres
estremeciéndose.
Esto
se
volvía
contagioso
y
pronto
los
demás
empezaban
también
a
reír.
Entonces
todo
el
mercado
reía.
Habían
cambiado
la
atmósfera
del
mercado.
Y
si
alguien
decía:
"Decidnos
algo".
Ellos
contestaban:
"No
tenemos
nada
que
decir.
Simplemente
reímos
y
la
atmósfera
cambia".
Hace
sólo
unos
momentos
éste
era
un
lugar
desagradable
donde
todos
pensaban
únicamente
en
el
dinero;
ansiosos
de
dinero,
ambiciosos.
El
dinero
lo
era
todo.
De
pronto
estos
tres
locos
llegaron
y
empezaron
a
reír
y
así
cambiaron
el
ambiente
mismo
de
todo
el
mercado.
Ahora
nadie
era
un
cliente.
Se
habían
olvidado
de
que
habían
ido
a
comprar
y
a
vender.
Nadie
se
preocupaba
de
obtener
un
beneficio.
Reían
y
bailaban
alrededor
de
aquellos
tres
locos.
Durante
unos
segundos
se
abría
un
nuevo
mundo.
Viajaban
por
toda
la
China,
de
un
lugar
a
otro,
de
aldea
en
aldea,
solamente
ayudando
a
la
gente
a
reír.
Gente
triste,
enojada,
gente
codiciosa,
celosa;
todos
empezaban
a
reír
con
ellos.
Y
muchos
comprendieron
la
clave:
te
puedes
transformar.
Entonces,
ocurrió
que
en
una
de
las
aldeas
uno
de
los
tres
murió.
La
gente
del
pueblo
se
reunió
y
dijo:
"Ahora
sí
que
habrá
problemas.
¡Ahora
veremos
si
se
ríen!.
Su
amigo
ha
muerto;
seguro
que
llorarán".
Pero
cuando
llegaron,
los
dos
estaban
bailando,
riendo
y
celebrando
la
muerte.
La
gente
del
pueblo
decía:
"Esto
es
demasiado.
Es
de
mala
educación.
Cuando
un
hombre
muere
es
una
irreverencia
reír
y
bailar".
Y
ellos
dijeron:
"¡No
sabéis
lo
que
ha
pasado!
Los
tres
siempre
pensábamos
cuál
de
nosotros
moriría
primero.
Este
hombre
ha
ganado;
hemos
sido
derrotados.
Toda
la
vida
hemos
reído
con
él.
¿Cómo
podríamos
darle
el
último
adiós
de
otra
manera?
Tenemos
que
reír,
tenemos
que
disfrutar,
tenemos
que
celebrar.
Esta
es
la
única
despedida
posible
para
un
hombre
que
ha
reído
toda
su
vida.
Y
si
no
reímos,
él
se
reirá
de
nosotros
y
pensará:"
¡Qué
tontos!
¿Así
que
otra
vez
han
caído
en
la
trampa?"
Para
nosotros
no
ha
muerto.
¿Cómo
puede
la
risa
morir,
cómo
puede
la
vida
morir?"
La
risa
es
eterna,
la
vida
es
eterna,
la
celebración
continúa.
Los
actores
cambian,
pero
el
drama
continúa.
Las
olas
cambian,
pero
el
océano
continúa.
Ríes,
cambias
y
algún
otro
ríe,
pero
la
risa
continúa.
Celebras,
algún
otro
celebra,
pero
la
celebración
continúa.
La
existencia
es
continua,
es
un
continuum.
No
hay
ni
siquiera
un
solo
momento
de
vacío
en
ella.
Pero
la
gente
del
pueblo
no
podía
entenderlo
y
aquel
día
no
podían
participar
de
la
risa.
El
cuerpo
estaba
a
punto
de
ser
incinerado
y
la
gente
del
pueblo
decía:
"Le
bañaremos,
tal
como
establece
el
ritual".
Pero
los
dos
amigos
dijeron:
"No,
nuestro
amigo
ha
dicho:
`"o
llevéis
a
cabo
ningún
ritual,
no
me
cambiéis
de
ropas
y
no
me
bañéis
Tal
y
como
estoy,
ponedme
en
la
pira
crematoria".
Estas
son
sus
instrucciones".
Y
entonces,
de
repente,
sucedió
algo
extraordinario;
aquel
viejo
les
había
gastado
su
última
broma.
Había
escondido
bajo
su
ropa
fuegos
artificiales
y
cuando
colocaron
el
cuerpo
sobre
el
fuego,
de
pronto
hubo
¡Diwali!
(*)
Entonces
todo
el
pueblo
empezó
a
reír.
Los
dos
locos,
sus
amigos,
se
pusieron
a
bailar
y
todo
el
pueblo
empezó
a
bailar
también.
No
era
una
muerte,
era
una
nueva
vida
Ninguna
muerte
es
muerte,
porque
cada
muerte
abre
una
nueva
puerta;
es
un
principio.
La
vida
no
tiene
fin,
siempre
hay
un
nuevo
principio,
una
resurrección.
Si
cambias
tu
tristeza
por
celebración,
también
serás
capaz
de
transformar
tu
muerte
en
una
resurrección.
Así
que
aprende
el
arte
mientras
todavía
hay
tiempo.
No
dejes
que
la
muerte
llegue
antes
de
que
hayas
aprendido
la
secreta
alquimia
de
cambiar
los
metales
inferiores
en
metales
superiores.
Porque
si
puedes
cambiar
la
tristeza,
puedes
cambiar
la
muerte.
Si
puedes
celebrar
incondicionalmente,
cuando
la
muerte
llegue,
serás
capaz
de
celebrar,
partirás
feliz.
Y
cuando
te
vas
celebrando,
la
muerte
no
te
puede
matar.
Al
contrario,
tú
has
matado
a
la
muerte.
Pero
empieza,
haz
una
prueba.
No
hay
nada
que
perder.
Pero
la
gente
es
tan
tonta
que
incluso
cuando
no
hay
nada
que
perder,
no
quieren
hacer
la
prueba.
¿Qué
puedes
perder?Vida, amor, risa