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lunes, 2 de septiembre de 2013

Cúan fácil

¡Cuán fácil y ligero es el paso que te saca de los estrechos confi­nes del mundo del miedo una vez que has reconocido de ¡Quién es la mano de la que vas asido! Tienes a mano todo lo necesario para poder alejarte del miedo para siempre con perfecta certeza, y para seguir adelante y llegar cuanto antes a las puertas del Cielo. Pues aquel de cuya mano vas asido sólo estaba espe­rando a que te unieses a Él. Y ahora que has venido, ¿se demora­ría Él en mostrarte el camino que debe recorrer contigo? Su bendición descansa sobre ti tan indudablemente como el Amor de Dios descansa sobre Él. Su gratitud hacia ti sobrepasa tu entendimiento, pues tú le has permitido liberarse de sus cadenas para que juntos os dirijáis a la morada de Su Padre.

Un viejo odio está desapareciendo del mundo. Y con él va desapareciendo también todo miedo y rencor. No vuelvas la vista atrás, pues lo que te espera más adelante es lo que siempre anhelaste en tu corazón. ¡Renuncia al mundo! Pero no con una actitud de sacrificio, pues nunca lo deseaste. ¿Qué felicidad que jamás buscaste en él no te ocasionó dolor?¿Qué momento de satisfacción no se compró con monedas de sufrimiento y a un precio exorbitante?.La dicha no cuesta nada. Es tu sagrado derecho, pues por lo que pagas no es felicidad.¡Que la honesti­dad te acelere en tu camino, y que al contemplar en retrospectiva las experiencias que has tenido aquí no te dejes engañar!. Por todas ellas hubo que pagar un precio exorbitante y sufrir penosas consecuencias.
Capítulo 30, Sección V, Pag. 718