miércoles, 19 de junio de 2013

Tú núnca has odiado a nadie por sus pecados, sino tan solo por los tuyos.

Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar. Antes de tomar una decisión de la que se han de derivar DIFERENTES resulta­dos tienes que aprender algo, y aprenderlo muy bien. Ello tiene que llegar a ser una respuesta tan típica para todo lo que hagas que acabe convirtiéndose en un hábito, de modo que sea tu PRIMERA reacción ante toda tentación o suceso que ocurra. Aprende esto, y apréndelo bien, pues con ello la demora en experimentar felicidad se acorta por un tramo de tiempo que ni siquiera pue­des concebir: NUNCA odias a tu hermano por SUS pecados, sino UNICAMENTE por los tuyos. Sea cual sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que hacen es nublar el hecho de que crees que son tus propios pecados y, POR LO TANTO, que el ataque es su “justo” merecido.
Porque deberian sus pecados ,ser pecados, a no ser que creyeses que no pudieran ser perdonados en ti?

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