lunes, 16 de septiembre de 2013

El Perdón y el mundo.

¿Cómo perdonan los que tienen una mentalidad abierta? Han renunciado a todas las cosas que les impediría perdonar. Han abandonado realmente el mundo, y han permitido que éste les sea restaurado con tal frescura y en júbilo tan glorioso, que jamás hubiesen podido concebir un cambio así. Nada es ahora como era antes. Todo lo que antes parecía opaco y sin vida, ahora no hace sino refulgir. Lo que es más, todas las cosas les dan la bienvenida, ya que ha desaparecido toda sensación de amenaza. Ya no quedan tinieblas que oculten la faz de Cristo. Ya se ha logrado el objetivo. El perdón es la meta final del programa de estudios, pues allana el camino para lo que se encuentra más allá de todo aprendizaje. El programa de estudios no hace ningún esfuerzo por excederse de su verdadero objetivo. El perdón es su único objetivo, en el cual converge en última instancia todo aprendizaje. Ciertamente eso es suficiente.
Manual del Maestro, Sección 4, Núm X, Párrafo 2
El mundo real se alcanza simplemente mediante el completo perdón del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar. El Gran Transformador de la percepción emprenderá contigo un examen minucioso de la mente que dio lugar a ese mundo, y te revelará las aparentes razones por las que lo construiste. A la luz de la auténtica razón que le caracteriza te darás cuenta, a medida que lo sigas, de que ese mundo está totalmente desprovisto de razón. Cada punto que Su razón toque florecerá con belleza, y lo que parecía feo en la obscuridad de tu falta de razón, se verá transformado de repente en algo hermoso. Ni siquiera lo que el Hijo de Dios inventó en su demencia podría no tener oculto dentro de sí una chispa de belleza que la dulzura no pudiese liberar.
Texto, Capítulo 17, Sección II, Párrafo 5

Este mundo de luz, este círculo de luminosidad es el mundo real, donde la culpabilidad se topa con el perdón. Ahí el mundo exterior se ve con ojos nuevos, libre de toda sombra de culpabilidad. Aquí te encuentras perdonado, pues aquí has perdonado a todo el mundo. He aquí la nueva percepción donde todo es luminoso y brilla con inocencia; donde todo ha sido purificado en las aguas del perdón y se encuentra libre de cualquier pensamiento maligno que jamás hayas proyectado sobre él. Ahí no se ataca al Hijo de Dios, y a ti se te da la bienvenida. Ahí se encuentra tu inocencia, esperando para envolverte, protegerte y prepararte para el paso final de tu viaje interno. Ahí se dejan de lado los sombríos y pesados cortinajes de la culpabilidad, los cuales quedan dulcemente reemplazados por la pureza y el amor.
Texto, Capítulo 18, Sección IX, Párrafo 9

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